Vivimos tiempos confusos a nivel individual y colectivo, y puede que la única certeza sea que la incertidumbre forma parte de nuestra vida. En este sentido, el aprender a gestionar las dudas sobre lo que puede pasar en el futuro, es un factor clave para acostumbrarnos aceptar la realidad social. Por lo tanto, debemos de tener la actitud de educarnos continuamente, para construir certezas que nos ayudaran a consolidar nuestra autoconfianza, la cual es necesaria para crecer, evolucionar y lograr metas de manera efectiva.
En este sentido, el activo más valioso que le podemos regalar cada día a los niños y jóvenes es la educación, por la sencilla razón de que ellos evolucionan muy de prisa hacia la etapa de la adultez; y cuanto más conocimientos y habilidades adquieran para afrontar los cambios y desafíos; más preparados estarán para adaptarse al contexto social, económico, tecnológico, cultural y medioambiental.
Es por ello, que impulsar y fortalecer las habilidades lingüísticas en los niños y niñas es muy beneficioso para consolidar su proceso educativo y emocional, debido a que estas destrezas tienen un impacto significativo y directo, a la hora de aprender a superar retos, obstáculos, desafíos, y dificultades. La importancia de adquirir estos conocimientos en las edades más tempranas, es una herramienta fundamental para que aprendan a pensar por sí mismo y para avanzar hacia la consolidación de la comunicación efectiva.
En la actualidad, ayudar a los niños pequeños a fortalecer la gestión de emociones, pasa por diseñar una buena estrategia educativa entre padres, docentes y familia. En términos generales, debemos ser capaces de facilitar a los más pequeños la construcción de certezas, así como, conductas y comportamientos adecuados que les servirán para evolucionar y planificar su futuro, en función de cómo adaptan sus necesidades al contexto cambiante, volátil y complejo.
Por consiguiente, las personas adultas debemos esforzarnos por despertar el interés y el hábito para propiciar entornos idóneos que ayuden a impulsar y promover las habilidades lingüísticas en niños, niñas y jóvenes. A pesar de esta realidad, no debemos ignorar que el éxito de estas acciones dependen en gran medida de la actitud, la paciencia y la estrategia de los profesores, padres, familiares y amistades, que han de colaborar proactivamente para apoyar el aprendizaje de los más pequeños, ya que su mente, es una fabrica de absorber nuevos conocimientos, ideas, emociones y habilidades, que sin duda, les facilitaran desenvolverse con naturalidad, seguridad y confianza en las diversas etapa de su vida.
Sin embargo, existe una realidad social que ha llegado para quedarse, y es que muchos menores prefieren la socialización en línea, priorizando las redes sociales, la mensajería instantánea y los videojuegos, lo cual, está impactando de manera significativa en el desarrollo de las habilidades lingüísticas, dejando en evidencia un preocupante déficit a la hora de asimilar y contextualizar lo que se aprende para posteriormente aplicarlo en la vida cotidiana.
Hoy por hoy, leer, escribir, escuchar o hablar con fluidez son habilidades personales que suelen determinar, nuestro grado de solvencia para comunicar de manera sencilla, dinámica y eficaz. De hecho, si potenciamos nuestras habilidades lingüísticas estamos abriendo la puerta al nuevo conocimiento y al desarrollo de otras capacidades. Por lo tanto, al vivir en un mundo cada vez más hiperconectado se torna una obligación el contribuir al avance cognitivo y emocional de los más pequeños, tanto dentro como fuera del aula.
En definitiva, debemos aprovechar cada oportunidad para impulsar el desarrollo lingüístico de nuestros niños y jóvenes, porque al fomentar sus habilidades comunicativas estamos contribuyendo de forma directa a que expresen y contextualicen de manera asertiva ideas, sentimientos, deseos o necesidades, lo cual, tiene un impacto directo en la mejora de su autoestima y en la confianza en ellos mismos.
