La interacción social es un factor básico de supervivencia para todos los seres humanos, que siempre cotiza al alza, cada vez que aparece un nuevo avance tecnológico que a esta altura de la vida son imparables. Este nuevo contexto, nos ha obligado a las mujeres y a los hombres, a reinventarnos cada día para no perder el eslabón de relacionarnos con los demás cara a cara.
El motivo principal, es que somos seres sociales que necesitamos pertenecer a grupos porque nos hace sentir comprendidos y escuchados, a la hora de intercambiar experiencias y aprendizajes junto con otras personas a las que nos sentimos unidos. Incluso, desde un enfoque optimista, el vivir en comunidad es también una oportunidad que tenemos todas las personas para solucionar los problemas que nos aquejan.
Por consiguiente, todos en algún momento hemos sido testigos a medida que pasan los años; de cómo nuestros barrios, han ido transformándose en cuanto a su funcionalidad y apariencia. Así mismo, hemos visto cómo, se han organizado los vecinos y las vecinas para impulsar con entusiasmo acciones sociales y culturales. Del mismo modo, se buscan soluciones para minimizar el impacto de la desigualdad socioeconómicas de algunos vecinos, además, de gestionar cada día la pluralidad cultural desde un enfoque más humano.
En definitiva, en los barrios o poblaciones actualmente se crean proyectos colaborativos innovadores que se mezclan con las iniciativas tradicionales. Todas estas acciones de impacto social, tienen como propósito impulsar y consolidar vínculos de comunidad para mejorar la calidad de vida de las personas de un determinado lugar. No obstante, la cara menos amable de los proyectos sociales y culturales que se desarrollan en los barrios, es que no siempre llegan a toda la pluralidad cultural que vive en un determinado entorno.
A este respecto, se torna imprescindible la figura del dinamizador/a comunitario/a, cuya característica es promover, apoyar, coordinar el empoderamiento de los dirigentes y agentes de desarrollo local en sus respectivas comunidades.
Las personas que tienen la vocación de fortalecer a sus barrios o poblaciones, por lo general, no reciben retribuciones económicas y ni siquiera un digno reconocimiento. De hecho, desempeñar este rol de líder social, no es una tarea fácil, ya que la retahíla de críticas y la falta de empatía de algunos, puede poner en riesgo la salud de estos dirigentes que trabajan cada día para fortalecer su comunidad. Sin embargo, también es verdad que los procesos de participación ciudadana en los barrios cada vez son más complejos, debido a los hábitos de vida, a las nuevas realidades familiares, y sobre todo, al poder de influencia que tienen la innovación tecnológica que ha transformado la manera de relacionarnos con los demás, cuya consecuencia negativa la vemos en el envejecimiento en soledad.
Por todo ello, la figura del dinamizador/a comunitario/a es imprescindible en los barrios para impulsar, motivar, organizar, coordinar y evaluar proactivamente la creación de proyectos o planes comunitarios, así como, facilitar las herramientas idóneas para crear un ecosistema de redes y alianzas estratégicas. Para tal efecto, el dinamizador está obligado a desarrollar una metodología de trabajo colaborativa, ágil y dinámica, cuyo objetivo es canalizar las necesidades y las demandas más urgentes de cada población, además, siempre debe ceder el protagonismos a los lideres sociales y a sus respectivas comunidades.
En resumen, la dinamización comunitaria es imprescindible para programar, organizar, apoyar, coordinar y evaluar actuaciones de desarrollo comunitario, en colaboración con el equipo de intervención, las instituciones y agentes sociales, en la articulación de procesos comunitarios que potencien la participación e implicación activa ciudadana. Por consiguiente, las mujeres y los hombres que entregan su tiempo, esfuerzo, liderazgo, perseverancia y entusiasmo para trabajar activamente con y por sus barrios o poblaciones, asumen el compromiso de ser el nexo con las autoridades locales de su municipio, para hacerles llegar todos los problemas que aquejan a los vecinos y las vecinas en sus respectivas comunidades.
