Identidad partidista, polarización afectiva y linchamiento digital

25 de mayo de 2025by ES_

Hay una diferencia entre ejercer la crítica y criticar. La primera, tiene un enfoque constructivo a la hora de observar, analizar y evaluar una acción, situación o contexto. Lo segundo, básicamente busca descalificar, ridiculizar o caricaturizar de manera exagerada a través de sus palabras o acciones con el propósito de intoxicar el debate público.

Si observamos, nuestro entorno más cercanos podemos comprobar que cuando expresamos cualquier tema, hecho o acción, siempre hay un familiar, amigo, colega o compañero de trabajo que aprovecha la ocasión para sacar a relucir el matiz político a lo que decimos, y automáticamente nos etiqueta en un espacio ideológico izquierda o derecha. Los seres humanos no estamos educados para ejercer la crítica desde una mirada constructiva, más bien hemos aprendido a criticar con una actitud más visceral y emocional en función de los temas de interés, lo cual, hace que inmediatamente nos pongamos a la defensiva porque percibimos que nos están atacando.

En este sentido, tanto el progreso como la modernidad tecnológica han impulsado una nueva moda que se caracteriza por reacciones que incluyen críticas, descalificaciones y ataques personales. Este fenómeno no es nuevo, ya que la crítica es casi tan antigua como el lenguaje, la cual, se expresa de múltiples forma; y hoy en día, simplemente lo que ha cambiado es el envoltorio impulsado por la dinámica tecnológica.

Todo ello se percibe en la última década, donde el discurso político se ha radicalizado y se ha expandido el ruido mediático, cuyo propósito es deslegitimar las instituciones del Estado, para que cale en la población con el objetivo de que se perciba caos, inseguridad y miedo. Es un fenómeno global, que siempre aparece cuando el bloque de la izquierda gobierna y el bloque de la derecha está en la oposición. Por este motivo, se construyen “megas identidades” cuya característica principal la conforman diversos grupos sociales para los que el fin no es lo mejor para el país, sino lo mejor para un bloque ideológico (Torcal Loriente, 2023), lo cual, se evidencia en las prisas y el nerviosismo que tienen las derechas para recuperar el Gobierno.

Esta actitud no es casual, es algo que viene de lejos donde el bloque de la derecha están convencidos que en política, todos los recursos económicos y mediáticos son aceptables para lograr el poder. ¡Qué más da mentir!, si esto es una batalla por el poder, dividendo el paisaje político entre ganadores y perdedores. Esta realidad conflictiva y tóxica, provoca un grave debilitamiento de la calidad democrática y, sobre todo, produce un enorme daño pare el presente y futuro de la convivencia en un determinado país.

En la era digital, las redes sociales y la mensajería instantánea se han convertido en un espacio dinámico donde la información, desinformación, bulos, memes y linchamiento digital fluye a una velocidad vertiginosa, y donde las críticas y opiniones individuales pueden resonar a nivel global. De hecho, las redes sociales han transformado la manera en que percibimos nuestro entorno, lo cual, nos invita a participar en cuestiones sociales y políticas, pero no debemos olvidar que fueron creadas para crear adicción.

En la actualidad, la lucha política se caracteriza por la destrucción total y sistemática del adversario político, y todo vale para lograr este propósito. Las personas que se han sumado a la moda del linchamiento digital, no les interesa las normas básicas de educación, más bien disfrutan involucrarse en discusiones, dónde les da igual, la verdad de los hechos relevantes, ya que su único objetivo es vencer al enemigo político. Los investigadores en ciencia política lo definen como “identidad partidista” cuya conexión emocional es la que sentimos hacia un partido político, es decir, esta conexión emocional moldea nuestras percepciones y comportamientos asociados a la política (Orriols y León, 2021; Reiljan, 2020; Suhay, Bello-Pardo y Maurer, 2018; Suhay, 2015).

Sin embargo, vinculado a las identidades confluye otro fenómeno muy dinámico difícil de frenar que se rige por la lógica de la pertenencia, la exaltación del conflicto y la radicalización, que se denomina “polarización afectiva”, cuya idea principal es la distancia emocional entre el afecto que despiertan quienes simpatizan con nuestras mismas ideas políticas en contraposición con el rechazo hacia quienes tienen opiniones distintas (Torcal Loriente, 2023; Orriols y León,2021; Reiljan, 2020; Simas, Clifford y Kirkland, 2020; Schuliaquer y Vommaro, 2020). Es una polarización basada en un enfoque simplista (nosotros frente a ellos), es decir, grupos sociales que con un lenguaje repleto de insultos y descalificaciones buscan repercusión mediática, y a su vez contribuyen a una espiral de fragmentación de la opinión pública que debilita la democracia.

En este contexto, las redes sociales y whatsapp son el espacio idóneo para el linchamiento digital, sobre todo porque permiten el anonimato y la visibilidad de las posiciones más radicales, pero también porque viralizan fake news y desinformación. De hecho, las nuevas generaciones y lo no tan jóvenes se encuentran hiperconectados porque necesitan creer en algo y no hay manera de sacarlos de ahí, convirtiéndose en el segmento más vulnerable para dar credibilidad a las falsas noticias y bulos que casi siempre tienen como objetivo perjudicar la imagen o la reputación de cargos públicos y organizaciones políticas. Sin duda, este fenómeno es un síntoma de cómo los flujos de información han hecho y deshecho nuestro mundo (Harari, 2024).

A modo de conclusión, la trifulca política deja mucho que desear, y cualquier tema de interés sirve para subir de magnitud la crítica destructiva. La frase «no tengo pruebas, pero tampoco tengo dudas» es una expresión popular que legitima el linchamiento digital con un lenguaje violento, soez y vulgar. Hoy por hoy, la política actual no necesita más polarización ya que la estrategia de acoso y derribo al adversario político solo contribuye al deterioro democrático.

En definitiva, todos los partidos políticos, medios de comunicación y sociedad civil debemos hacer autocrítica constructiva, con el propósito de mejorar la convivencia social para recuperar la confianza perdida en las instituciones del Estado que se han desconectado de la sociedad, y sobre todo, los actores políticos han de solucionar con eficacia los problemas que demanda la ciudadanía con urgencia. De lo contrario, la sensación de abandono, desesperación, frustración y apatía seguirá evolucionando en silencio, contribuyendo a que el umbral de empatía social siga debilitándose en una amplia mayoría de la ciudadanía, dejando paso al individualismo, radicalismo y al linchamiento digital a la hora de opinar de política, cuyo impacto evidencia la degradación moral a la que hemos llegado como sociedad.

 

BIBLIOGRAFIA

Harari, Y. N. (2024): NEXUS: Breve historia de las redes de información desde la Edad de Piedra hasta la Inteligencia Artificial. España. Editorial Debate.

Orriols, L. y León, S. (2021): Affective Polarisation and the battle for the left-wing electorate in Spain: PSOE and Podemos from competition to coalition. South European Society & Politics [En prensa]

Reiljan, A. (2020): ‘Fear and loathing across party lines’ (also) in Europe: Affective polarisation in European party systems. European Journal of Political Research, vol. 59, no.2, pp. 376-396.

Simas, E. N.; Clifford, S.; y Kirkland, J. H. (2020). How empathic concern fuels political polarization. American Political Science Review , 114(1), 258-269.

Schuliaquer I. y Vommaro G. (2020). Introducción: La polarización política, los medios y las redes. Coordenadas de una agenda en construcción. Revista SAAP, 14(2), 235-247.

Suhay, E. (2015). Explaining group influence: The role of identity and emotion in political conformity and polarization. Political Behavior , 37(1), 221-251.

Suhay, E.; Bello-Pardo, E.; y Maurer, B. (2018). The polarizing effects of online partisan criticism: Evidence from two experiments. The International Journal of Press/ Politics, 23(1), 95-115.

Torcal Loriente, M. (2023): De votantes a hooligans. La polarización política en España. Editorial Catarata.

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